El castigo no llega sin causa
Lectura bíblica: 2Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. 3El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento. 4¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás. 5¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. 6Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite. Isaías 1:2-6.
Texto para memorizar: 2Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. Isaías 1:2.
Introducción: Cuando Dios habla a los cielos y a la tierra está hablando al universo completo, esto quiere decir que nadie se escapa. En otras palabras esto es con todos. Y empieza Dios su disertación así: 2Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. Isaías 1:2. En algunas beses Israel dijo: ¿y en que nos hemos rebelado nosotros? Después de sus grandes rebeliones todavía estaban preguntando ¿En qué? Yo quiero decirles que nuestro pueblo no es muy diferente al pueblo de aquellos tiempos, las rebeliones continúan. Y Dios sigue disgustado con los tales.
Lección: Dios les habla en un término figurado y les dice: El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento. Isaías 1:3. Los bueyes son animales irracionales pero conocen a su dueño, los burros son animales de carga, no entienden razones pero conocen su casa; el necio no entiende principios sencillos que son para su propio bien.
Dios habla a los rebeldes
Dios hablando a los duros de corazón, que hoyen pero que no entienden, les dice así: ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás. Isaías 1:4. Son muchos los necios que dejan a Jehová y se vuelven al pecado, muchos en pecado siguen viniendo a la Iglesia, otros se van y no vuelven, Dios les dice: hijos depravados, dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel. Esto quiere decir que han provocado a enojo a Dios y el que provoca a enojo a Dios contra su propia alma ha pecado.
El rebelde es peor que el burro, no entiende
Escuche usted lo que encontró Dios en la vida de aquel pueblo al examinarlos; dice así: ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. 6Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite. Isaías 1:5-6. El pueblo no era grato para Dios, Dios los vio como una pudrición, apartados por completo de sus mandamientos. Dios pide hoy, que cada uno se examine, considere sus caminos y se arrepientan de su perversa vida y se vuelvan a Jehová quien será amplio en perdonarlos.
Cuando la palabra de Dios llega debemos considerarla medicina para nuestra alma
El rebelde aun oyendo la palabra de Dios siguen en sus propios caminos, ven las señales cumplidas, saben que su venida puede acontecer en cualquier momento, pero siguen igual, no entienden; a estos Dios les dice: El látigo para el caballo, el cabestro para el asno, Y la vara para la espalda del necio. Proverbios 26:3. Para los necios no hay otra cosa que el castigo hasta que se arreglen o el infierno si nunca se arreglan. Dios dice: yo los amo y les he mostrado mi amor, lo he hecho todo para salvarlos y bendecirlos, pero ustedes me ignoran, se apartan de mí y desobedecen mis mandamientos.
Lo que más abunda en nuestros tiempos es gente necia
Siempre ha habido personas abominables, pero no debe ser así en la Iglesia, para los tales Dios dijo: Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; No hay quien haga el bien. Salmo 14:1. Son muchas las personas que están en las congregaciones como si Dios no existiera. En los cultos cantan, predican, oran, ayunan, vigilan y en sus casas los esposos pelean, en sus empleos son leperos, roban, mienten, tienen una apariencia mundana, hablan como mundanos y tienen un testimonio tenebroso. Deja la hipocresía y convierte de verdad a Dios. Estas cosas te limitan las bendiciones que Dios tiene para ti.
El arrepentimiento trae bendición
En el tiempo de Jeremías Dios hablo al pueblo, pero hoy nos habla a nosotros y nos dice así: Ahora, pues, habla luego a todo hombre de Judá y a los moradores de Jerusalén, diciendo: Así ha dicho Jehová: He aquí que yo dispongo mal contra vosotros, y trazo contra vosotros designios; conviértase ahora cada uno de su mal camino, y mejore sus caminos y sus obras. Jeremías 18:11. Dios está diciendo, deja el camino torcido por donde vas y vuélvete a Jehová el cual tendrá de ti misericordia. Dios ha decidido castigar al impío, pero si se arrepiente, será perdonado y en vez de maldición le vendrá bendición.
La responsabilidad nuestra es grande
Nosotros como siervos de Dios tenemos la responsabilidad de trasmitir este mensaje que Dios nos da, si no lo hacemos Dios nos demandara, porque para esto tiene Dios a sus siervos en esta tierra; Dios dice así a sus siervos: Cuando yo dijere al impío: Impío, de cierto morirás; si tú no hablares para que se guarde el impío de su camino, el impío morirá por su pecado, pero su sangre yo la demandaré de tu mano. 9 Y si tú avisares al impío de su camino para que se aparte de él, y él no se apartare de su camino, él morirá por su pecado, pero tú libraste tu vida. Ezequiel 33:8-9. No podemos dejar de anunciar el mensaje de arrepentimiento para los que caminan en tinieblas. Dios nos hace responsables a nosotros de llevar este mensaje. El que se arrepiente y se vuelva a Jehová, será salvo, el que no lo haga y siga en su rebeldía será condenado, pero nosotros habremos obedecido el mandamiento.